El argentino Jorge Bergoglio, de 76 años, liderará la Iglesia bajo el nombre de Francisco I. Es el primer jesuita Papa y también el primer Pontífice latinoamericano.
No figuraba en las "quinielas" de papables, pero sí estaba en el corazón de muchos de los electores.
La mayor multitud jamás reunida en la plaza de San Pedro para saludar a un nuevo Papa recibió con un aplauso atronador el anuncio de la elección del cardenal arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio como Francisco I.
La primera reacción de la plaza fue un "¡Noooo!", pero poco después comenzaron los gritos de "¡Francesco! ¡Francesco!".
Como su estatura no es muy alta, le pusieron una peana cuando se asomó al balcón, con un aspecto serio que recordaba a Pio XII pero más sonriente. Su primer saludo fue: "Fratelli e sorelle, buona sera!". A continuación, también en italiano, comentó con sencillez que la ciudad tenía un nuevo obispo: "Mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo. Os agradezco la acogida".
A continuación vino la primera sorpresa: "Antes de nada querría hacer una oración por nuestro obispo emérito, Benedicto XVI, Recemos juntos por él, para que el Señor lo bendiga y la Virgen lo custodie. Padre Nuestro…". Era una continuidad visible.
El Papa Francisco I explicó que "comenzamos un camino de fraternidad, de amor, de confianza. Recemos para que haya una gran fraternidad en todo el mundo", y especialmente "en esta bella ciudad".
">Enseguida llegó la segunda sorpresa: "Antes de dar la bendición os pido un favor, que pidáis al Señor la bendición para su obispo. Hagamos en silencio esta oración vuestra por mí". Inclinado humildemente, el Papa Francisco I espero un momento. Luego le colocaron la estola y comenzó su primera bendición Urbi et Orbi.
Se despidió anunciando que al día siguiente iría a rezar a la Virgen y con un sencillo: "Buenas noches y buen descanso". Era ya una presencia familiar. Un Papa sencillo, un Papa "de casa".
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