La mayoría de las personas suelen sentir una extraña atracción por aquellos que le es prohibido, desde escaparse de casa o del trabajo hasta cometer actos que son penados por la ley, este tipo de acciones son regidas por los que los expertos denominan “miedo consiente”.
Cuando lo prohibido es tentador.
Sin embargo, no todo el mundo vive con igual fuerza el deseo de lo prohibido, debido a que hay factores ambientales y genéticos que lo modulan. Por ejemplo, el bioquímico Dean Hamer, del Centro Nacional del Cáncer estadounidense, ha detectado una conexión entre el coraje y el gen D4DR. Los portadores de una versión concreta de éste muestran mayor inclinación por el riesgo y lo prohibido.
Es más fácil resistir ante lo prohibido cuando nos encontramos acompañados de otras personas en la misma situación, pero a su vez lo que nos llama la atención aquello “que no se debe hacer”, así lo demostró un estudio realizado por Universidad de Columbia.
El estudio se baso en que los colaboradores observaran imágenes de objetos del día a día y dijeran si les pertenecían o eran de otros y si les estaban prohibidos sólo a ellos o a todos por igual. Mediante el análisis de las imágenes emitidas por el cerebro se determino que los objetos prohibidos eran reconocidos de la misma forma que los objetos propios.