Un reportaje sellado por los muros de un día con menos de 24 horas, en el cual trabajé junto con Joel Quintero, a quien agradezco el gran esfuerzo.
Era medianoche, la ciudad descansaba después de un arduo día, los animales hurgaban en la basura en búsqueda de comida, de repente unas luces incandescentes iluminan el ambiente, el rugir de los motores ahuyenta a los canes, las pulsaciones se aceleran, la adrenalina domina sus mentes, comienza la acción, en cada centímetro del recorrido se maximiza el peligro, la euforia envuelve a los presentes, pero algo ocurre, los frenos no funcionan, el final esta cerca.
El escalofrío invade su cuerpo, la adrenalina se convierte en pánico, presiona una y otra vez, nada ocurre, no hay respuesta…Un estrepitoso ruido ensordece a los espectadores, los gritos desgarradores arropan el lugar, dentro del amasijo de hierros abundan los lamentos, ¡esta vivo! se escuchó a un joven gritar mientras tomaba un celular entre sus manos y discaba un número, al otro lado de la línea se oye: 171 ¿cuál es su emergencia?
"Así comienza el día para los operadores del Servicio de Atención del Zulia 171, por cada llamado de emergencia que se recibe al teléfono, una ambulancia debe arrancar y en menos de ocho minutos llegar al lugar de la novedad, así lo establecen los estándares internacionales de emergencias. Esa es la teoría, pero la práctica expone resultados que incluso pudiesen atentar contra la vida de los propios paramédicos, camino a realizar su trabajo.
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