Ambos movimientos (contemporáneos en nacimiento), se sintieron encargados de romper con los cánones de pintura tradicional del siglo XIX, liberando al ser en sí y dándole total protagonismo al color, a la vez que lo cargaban emotivamente.
El grito, de Edvard Munch, es el cuadro más representativo del expresionismo
Las corrientes en sí, se alejaban del academicismo y de las normas tradicionales, que caracterizaban a la pintura del siglo que había pasado. Con respecto a las temáticas, era prácticamente como la unión del Romanticismo y el Simbolismo, los artistas expresaban por medio de las obras sus miedos, sueños, espiritualidad etc. En general, ambos movimientos se centraban en la visión interna del artista, con respecto a un tema o a la realidad misma.
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